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Sánchez deshoja el relevo en el Banco de España: ¿será una rosa o será un clavel?

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Si hay una característica especialmente destacable en la labor de Pablo Hernández de Cos al frente del Banco de España esta no puede ser otra que el restablecimiento de la imagen de una institución blasonada históricamente como santo y seña de la credibilidad económica de todo el país. La controvertida gestión de la crisis financiera llevada a cabo por Miguel Ángel Fernández Ordóñez con Zapatero y la no menos meliflua de Luis Linde con Rajoy motivaron el descenso a los infiernos en la reputación del principal supervisor bancario, erigido muy a su pesar en el epicentro de la crispación generada en España como un mal endémico desde la gran recesión. El legado del gobernador ahora saliente no tiene punto de comparación con el de sus dos inmediatos predecesores y su relevo en menos de un mes debería servir como punto de inflexión para que los grandes partidos con aspiraciones de Gobierno buscasen un oasis de contención en su despiadada e insoportable gresca política.

Annie Leibovitz culminó hace unas semanas el trabajo de campo con que ilustrará el retrato de Hernández de Cos en la galería de los hombres ilustres que han tenido el honor de dirigir el Banco de España. La pintura será sustituida en este caso por una fotografía, siguiendo el mismo criterio escogido por Don Felipe y Doña Letizia para los dos cuadros que inmortalizarán la imagen de los reyes en el caserón de la Plaza de Cibeles. La renombrada artista estadounidense se ha esmerado en ganar tiempo al tiempo teniendo en cuenta que el relevo ha de hacerse efectivo no más tarde del próximo 12 de junio. El gobernador saliente seguirá vinculado al Banco Central Europeo (BCE) con muchas opciones de convertirse dentro de tres años en el sustituto del irlandés Philip Lane como economista jefe en Fráncfort. El calendario favorece estas expectativas desde el momento en que un año antes, en junio de 2026, Luis de Guindos habrá dejado vacante la representación de España que ostenta actualmente como vicepresidente de la autoridad monetaria.

El Gobierno tiene en todo caso solo tres semanas por delante para resolver con un mínimo de pulcritud la elección de los responsables que han de tutelar durante los próximos seis años la más importante entidad económica del Estado. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ya ha dejado claro a Hernández de Cos que la decisión sobre la persona que ha de sustituirle corresponde por entero al presidente Pedro Sánchez. A partir de ahí se antoja poco verosímil que el líder socialista, ni siquiera por razones de cortesía, someta sus santos advenimientos al criterio de Alberto Núñez Feijóo. Mucho menos factible parece que conceda a los populares la opción de nombrar al relevo de Margarita Delgado, la actual subgobernadora, cuyo mandato expira en septiembre. La premura del calendario tampoco deja mucho resquicio y todo será que el jefe del Ejecutivo haga alarde de poder, uno más no importa, para embridar al sector financiero designando de manera personal e intransferible a sus dos nuevos jinetes, ganador y colocado, del Banco de España.

La garantía de independencia en juego

El panorama que se dibuja nada tiene que ver con una tradición que imprime un sello diferencial de acrisolada independencia a la autoridad bancaria en comparación con el más virtual que adorna al resto de entidades reguladoras de la actividad económica. El Banco de España ha sido caso aparte por razones históricas como demuestra de manera fehaciente la propia nominación de Hernández de Cos hace seis años. Fue el entonces ministro de Economía, Ramón Escolano, quien una vez obtenido el aval de Rajoy, se puso en contacto directo con la alta dirección del PSOE para rematar con todas las bendiciones el nombramiento antes de llevarlo al BOE. Tanto Félix Bolaños, quien compatibilizaba en aquellos momentos la secretaría de la Fundación Pablo Iglesias con el cargo de jefe de Asesoría Jurídica en el mismo Banco de España, como Manuel Escudero, a la sazón secretario socialista de Política Económica y Empleo, concedieron sus mejores auspicios al gobernador propuesto por el Partido Popular.

La voluntad de consenso y el respeto institucional con que se manejó todo el proceso revistió de un blindaje especial a la designación, que se hizo oficial justo un día antes de que Pedro Sánchez ganase la célebre moción de censura en junio de 2018. La jugarreta del destino pudo obrar consecuencias indeseables aunque la verdad es que nadie se atrevió a esbozar ni la más mínima tentación de dar marcha atrás al pacto. Eso sí, en justa correspondencia, el subgobernador de la época, Javier Alonso, presentó poco después su renuncia al cargo, facilitando la toma de poder efectiva por parte del nuevo Gobierno socialista. Después de varias semanas buscando entre sus fieles, Nadia Calviño terminó aceptando el nombre de Margarita Delgado, primera mujer en la historia que ha formado parte de la cabina de mando del Banco de España, y cuyo mandato como subgobernadora expira en septiembre.

Tras pasar de la resistencia a la reflexión como eje natural de su plan de carrera política, Pedro Sánchez está apurando los plazos para despejar las incógnitas que existen sobre los futuros vigilantes de la playa financiera. La gran banca no espera mayor disimulo por parte del presidente del Gobierno a la hora de tomar la decisión que más convenga a su estrategia política. La principal duda de la que dependen todas las demás conjeturas reside en saber si el líder socialista hará valer su credo paritario con todas las consecuencias y se decantará por situar a una mujer en la cumbre de la institución. La citada Margarita Delgado no puede renovar en el puesto de subgobernadora pero nada impide que sea elevada al cargo de gobernadora, lo que resarciría con creces la frustración que supuso hace medio año su derrota a manos de la alemana Claudia Buch para presidir el Mecanismo Único de Supervisión de la Unión Europea.

La cantera de la CNMV, de Edison a Cibeles

El problema de Delgado reside precisamente en su dilatada experiencia profesional, alimentada por el rigor de una independencia a prueba de bombardeo político. Virtudes nada despreciables pero que no son las más reconocidas para aspirar a ningún puesto de libre y absoluta designación por parte del actual jefe del Gobierno. Sánchez parece decantarse por alguna aspirante meritoria con la que sufragar las deudas de gratitud que mantiene con los correligionarios que le aúpan dentro del PSOE. El primero y principal es Salvador Illa, cuya victoria en Cataluña impulsará con creces la autocomplacencia en el poder del inquilino de La Moncloa. Eso explica que esté subiendo como la espuma, y más que lo va a hacer, la cotización como aspirante a gobernadora de la barcelonesa Montserrat Martínez, actual vicepresidenta de la CNMV que une a su pasado directivo en grandes entidades financieras una aquilatada vinculación con el PSC ‘triomfant’ de las recientes elecciones catalanas.

En la Comisión de Valores se vienen haciendo todo tipo de quinielas desde hace tiempo, algunas de ellas interesadas por parte de directivos que estarían dispuestos a acompañar como guardia de corps a su jefa en el presumible salto de la calle Edison a la plaza de Cibeles. Los más ansiosos por cambiar de regulador no pierden la esperanza ni en el supuesto de que Sánchez rechace una rosa floreciente y se decante por un clavel más maduro y baqueteado en asuntos de elevado y complejo calado financiero. En este escenario la apuestas de los que tienden a confundir los deseos con la realidad es Fernando Restoy, con pasado en la CNMV y en el Banco de España donde mantuvo consigo como colaboradora directa a la propia Montserrat Martínez en calidad de jefa de gabinete. Ambos podrían repetir ahora perfectamente el tándem sin que nadie pueda rasgarse a priori las vestiduras sobre la presumible injerencia del Gobierno.

Diferente es el caso de otros aspirantes que andan en el candelero desde que Sánchez buscaba sustituto a Nadia Calviño. El primero en esa lista es Ángel Ubide, amigo personal del jefe del Ejecutivo, lo que no es poco si dejamos de lado que se trata de un alto directivo de uno de los mayores hedge funds del mundo como es Citadel. Su candidatura ha despertado muchas suspicacias en el sector, donde temen que los eventuales conflictos de interés conviertan en un calvario las relaciones con el supervisor. Lo mismo ocurre con David Vegara, consejero del Banco Sabadell, quien no parece el más apropiado para el cargo con el BBVA a punto de lanzar su anunciada OPA hostil. En el camino ha quedado rezagado el presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), José Manuel Campa. El último de la fila es el ministro José Luis Escrivá, a quien en Moncloa no quieren ver ni en pintura al mando del Banco de España. Como dicen los asesores palaciegos: «Con el cuadro de Hernández de Cos ya tenemos bastante». Ojalá que la chanza no suponga una declaración de intenciones. 


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